Quienes hemos compartido, en la academia o en la música, con Rafael Antonio Aponte Carvajal sabemos de su disciplina, de su inmenso amor y su entrega por la música; de su buen humor, que le permite festejar los cuentos que le inventan, y de su particular apetito, que le hizo ganar en el gremio artístico el mote de vocalista (por el hecho de comer, no de cantar).
Toda la historia aquí: https://www.vanguardia.com/entretenimiento/cultura/mi-razon-de-vivir-GTVL18811
Publicado por Vanguardia Liberal, el 24 de enero de 2009